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Herman Duarte hace una crítica a la visión heteropatriarcal cristiana de la sexualidad en La Prensa Gráfica

 

Este 6 de noviembre del 2021, el principal periódico de El Salvador, LA Prensa Gráfica publicó una columna de opinión de nuestro director legal denominada Sobre las claves de Kalena de Velado para la sexualidad humana

Columna escrita por nuestro director legal Herman Duarte - Abogado y escritor

Me encantó leer "Las 10 claves para una sexualidad fantástica" (24 de octubre) la cual presenta una fotografía de las posturas mayoritarias de la sociedad salvadoreña. La columna tiene una marca hetero-patriarcal cristiana en su esencia. Esto implica que se construye sobre dos conceptos: (1) el "esencialismo sexual" (Rubin, 2011: 146; Katz, 1997: 179) que sustenta la idea de que el sexo ha sido algún aspecto universal de la vida humana, que trasciende el tiempo, las culturas, las fronteras y otros factores, en resumen considera la sexualidad como "eternamente inmutable, asocial y transhistórico" (Rubin, 2011: 146); y (2) la "negatividad sexual del sexo" (Rubin, 2011: 148), la que es, posiblemente, la idea más arraigada dentro del núcleo de la sociedad, pues construye sus tentáculos sobre las nociones de la religión occidental y nos indica que el sexo es algo peligroso, inseguro, sucio, pervertido y repugnante que debe evitarse. En principio, esta perspectiva de entender la vida sexual, el sexo que no encaja en el estilo reproductivo, carece de moralidad, por tanto, de cualquier sustento.

A la ideología que se desprende de la columna, no se le cruza por la mente, por ejemplo: un sexo recreativo, el cual contrasta con uno con fines procreativos. Tampoco acepta un acto coital fuera del matrimonio religioso, pues hacerlo resultaría en pecado. Tampoco se asoma un acto sexual homosexual pese a ser tan natural como el heterosexual. Y así puedo seguir mencionando diferentes binomios comparativos que se exponen en "Thinking Sex: Notes for a Radical Theory of the Politics of Sexuality" (1984). En ese trabajo, la doctora en antropología de la Uni. Berkeley explica cómo las sociedades occidentales han establecido un "sistema jerárquico de valor sexual" (Rubin, 2011: 149,151-152), que diferencia el buen sexo del malo. El "buen sexo" es el que es "heterosexual, casado, monógamo y reproductivo"; mientras que en la parte inferior tenemos lo "anormal, antinatural, enfermo, pecaminoso". La sociedad premia a quienes siguen esos mandatos y castiga con aislamiento y rechazo a quienes no lo hacen.

Con respecto al (1) "esencialismo sexual" cabe señalar que se encuentra en una base resquebrajada: la hetero/homo/sexualidad, tal y como los conocemos, son conceptos modernos (Katz, 1997: 178). No es cierto que la heterosexualidad viene "desde Adán y Eva". Katz explica en su investigación "La Invención de la Heterosexualidad" (1997: 179) que la sexualidad no es una estructura monolítica "previamente definida", sino que está en constante lucha por reescribir sus preceptos con la tinta que se produce dentro de las sociedades para poder definir esos reglas que son aceptables; esto se logra, por ejemplo a través de "pánicos morales", una muestra de estos en el país se encuentra en la lectura "Club de afeminados": una historia de pánico moral en El Salvador de 1957" por el erudito Dr. Amaral Arévalo Gómez). Además, esta mirada miope ignora reconocer el pluralismo que reina en la sexualidad humana (Rubin, 2011: 154-155). Es en definitiva una posición que está muy lejos de apreciar las diferencias naturales de la humanidad.

Con la (2) "negatividad de la sexualidad", es un discurso des-empoderador con el cual se ha sometido por siglos a la mujer (y en cierta medida al hombre) a la sumisión en una vida en pareja. Se trata de un concepto anticuado que busca suprimir el "poder de lo erótico" (Lorde, 1997) y someter a una línea patriarcal a las personas, coartando su libertad sexual de explorar su creatividad por medio de la estimulación de tan íntima esfera de nuestra existencia.

Lo que a mí me puede considerar aceptable, posiblemente no lo sea para "Fulanito/Sutanita", y viceversa. Por lo que en lugar de juzgar, las preguntas deberían ir encaminadas a: ¿Está presente el consentimiento entre esas personas adultas? ¿Las personas que participan en el acto están siendo tratadas como quieren ser tratadas? De esa manera se eliminan categorías juzgadoras en torno a "la pecaminosidad" y "la promiscuidad". En resumen, una postura tan simple como respetar y no juzgar los actos sexuales consentidos entre adultos que no dañan a terceros.

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